Uno de los elementos que, sin duda, más puede ayudar a mejorar la eficiencia energética en las ciudades, así como a reducir sus emisiones contaminantes a la atmósfera, es el incremento de la sostenibilidad de sectores esenciales como el de la construcción. Por eso, hoy queremos hablarte de la calificación nZEB.
En la medida en que los edificios que se construyen o reforman sigan unas pautas dirigidas a disminuir lo más posible su impacto sobre el medio ambiente, a partir del aprovechamiento de la luz natural, su mejor aislamiento térmico, y la incorporación de fuentes de energías renovables en sustitución de las tradicionales a base de combustibles fósiles, se estarán dando pasos de gigante en la consecución de unas ciudades más sostenibles y habitables para todos.
Por eso, hoy queremos destacar una iniciativa como el certificado nZEB (o Certificado de edificios con consumo de energía casi nulo), y mostrarte en qué medida puede contribuir a mejorar las condiciones de los inmuebles en los que residimos o desarrollamos diariamente nuestro trabajo.
La calificación energética nZEB, acrónimo que proviene del término Nearly Zero Energy Buildings, se utiliza desde el año 2012, a partir de una normativa europea dirigida a mejorar la eficiencia energética en los principales sectores estratégicos de nuestra sociedad.
La principal aportación que realiza esta calificación energética de edificios reside en que no está pensada para la mejora de edificaciones ya existentes, sino más bien para el desarrollo de proyectos de nueva construcción.
Así, la idea es que, desde su propio diseño arquitectónico, estos edificios estén ya concebidos para aprovechar al máximo las condiciones naturales del entorno, y todo ello con el menor impacto posible, gracias a su orientación, a los materiales utilizados o a la integración de sistemas basados en fuentes energéticas renovables y en el autoconsumo.
De esta forma, se busca la obtención del mayor ahorro energético posible desde el mismo origen, ya que, aunque esto suponga una mayor inversión inicial, repercutirá muy positivamente en la eficiencia y, sobre todo, en el bienestar y calidad de vida de las personas que habitan o trabajan en ellos, evitando además la necesidad de emprender reformas integrales de mejora a corto y medio plazo.
En definitiva, la calificación nZEB pasa por ser una buena ‘piedra de toque’ para concienciarnos de hacia qué dirección debe avanzar el sector de la construcción en los próximos años, dejando a un lado aquellos criterios basados en la reducción de costes y la búsqueda del aprovechamiento de espacio por encima de todo, cada vez, por suerte, menos vigentes, para centrarnos en todas las posibilidades que nos ofrece la construcción sostenible, no solo para la protección y respeto de nuestro entorno, sino también para nuestro bienestar y calidad de vida.